Ya nos vamos acercando, mes arriba mes abajo, al ecuador de esta generación de consolas. Las dos específicamente de sobremesa, PlayStation 5 y los dos modelos de Xbox Series, debutaron hace tres años y un mes.
Acompañándoles, alguien que siempre cabalga por su cuenta en cualquier aspecto, Nintendo, que lanzó la Switch tres años antes… y cuyas ventas siguen inalcanzables para cualquier otra consola.
La letra pequeña de la batalla
Las ventas de consolas está siendo bastante asimétrica. Xbox tenía el reto de reponerse de las bajas ventas de Xbox One, lejísimos de las que consiguió PlayStation 4, y volver a una senda en la que. si no por encima, al menos quedase cerca de Sony, como logró con la 360.
No está yendo del todo bien. La venta combinada de Xbox Series S y X está cerca de los 25 millones, y de hecho está a punto de alcanzar las ventas de la generación anterior, pero sigue lejos de la PlayStation 5, que en su quinta versión casi duplica las ventas de estas Xbox.
Al menos hay mejoría evidente respecto a la generación One, quizás por el enfoque de Microsoft en el juego en la nube, la importancia creciente de Game Pass, o una estrategia comercial inicial (dos modelos, incluyendo uno especialmente barato y pequeño para ser de nueva generación) mucho más atractiva que la anterior, cuando la One llegaba con Kinect sí o sí… hasta que decidieron hacerlo opcional y después terminar abandonando aquel accesorio por completo.
No hay que olvidar que ambas, pero sobre todo y por más tiempo, la PlayStation 5, afrontaron un largo desabastecimiento que las hacía llegar a las tiendas a cuentagotas, favoreciendo una especulación en el mercado de segunda mano donde llegamos a ver consolas ofrecidas (y compradas) por casi el doble de su PVP.